Vamos al Chikipark

Ha pasado un año. Ni más ni menos. Un año para darme cuenta y procesar en mi cabecita que los niños son unos energúmenos que como clientes son lo peor que puede existir en la faz de la Tierra.

Este verano pasado, turno de noche, temperatura de unos 35ºC en la calle, humedad relativa del 90 %, restaurante a petar, gente hambrienta e impaciente… vamos, todos los ingredientes óptimos para crear el Cocktail ganador para la WorldClass Embassy 2018.

Al caso, nos reservan una mesa para 12 personas (sin especificar qué clase de humanos). Aparecen, efectivamente, 12 personas a la hora «acordada». Lo pongo entre » porque al ser españoles dudo bastante que llegasen a tiempo. Entre esas 12 personas pongamos que 6 eran adultos y 6 eran grggrrrgrgr NIÑOS (futuuuro, futuuuuro). A lo que una de las madres nos dice:

– Ay, ¿os importa que nosotros estemos sentados a la mesa cenando, y dejamos a los niños jugando en el patio?

(Aclaro que disponíamos de un patio interior, donde el cual no podíamos servir comidas ya que el ayuntamiento de nuestro pueblo tiene una ley que impide poder hacer uso de patios interiores dentro del casco antiguo a no ser que dispongas de una licencia que te permita hacerlo).

– …así, vosotros estáis al tanto de ellos y nosotros cenamos tranquilamente.

– Em… ¿perdón? no, los niños tienen que sentarse a una mesa porque nosotros nos dedicamos a servir comida, no a cuidar de niños malcriados. (Creo que eso de malcriados no terminó de salir de nuestras bocas).

Y aquí viene cuando me despacho más a gusto que un arbusto con un par de aclaraciones (o dudas):

1 ) ¿Tanto te la suda que tu hijo se pegue un hostiazo haciendo el monguer por el patio mientras tú hablas de fútbol con tus coleguis?

2 ) ¿Tan mala madre – o padre – eres que te sientes incapaz de dejar a tus hijos con una persona cuidadora para que tú puedas disfrutar una cena como Dios manda?

3 ) ¿Qué cojones os pensáis que somos el personal de sala de un restaurante? Esto es quizá lo que más me indigna…

4 ) ¿Qué clase de lugar te piensas que es un restaurante y cómo puedes tener el morro de pedir al personal de sala que se hagan cargo de estar por los niños para que no la líen?

5 ) Los restaurantes son sitios para llegar, sentarse, comer, e irse. Nada más. Que haya un patio, o un jardín no significa que sea un lugar de ocio o una piscina de bolas para soltar a los perr… digo a los niños.

Ahora, me gustaría que la gente entienda por qué muchos restaurantes preguntamos si son adultos o niños a la hora de tomar nota de una reserva, y en muchos casos advertir que no está permitida la entrada de niños menores de 12 (por decir una edad) años a dichos establecimientos. ¿Motivos? Por ejemplo el ya comentado, además que los niños no suelen comer lo mismo que un adulto, ni en cantidad ni en gustos, y muchos restaurantes no están dispuestos a preparar nuggets de pollo o macarrones con salsa Solís (o Ketchup) porque tu hijo sea incapaz de comer comida normal.

Y con esto y un bizcocho, si tener hijos implica entorpecer vuestras salidas de ocio, haberlo pensado antes :).

Hasta la próxima entrada… que no será en mayo de 2019.

 

Un comentario en “Vamos al Chikipark

  1. Impresionante. Totalmente de acuerdo y gracias por publicarlo. Po cierto, és legal prohibir el acceso a menores de 12 anos?? Porque me subo al carro pero yá.

    Me gusta

Deja un comentario