Clientes y reservas [EDITADO]

Vuelvo a este post para editarlo. En las últimas 24 h. (desde que lo publiqué, básicamente) he recibido críticas buenas y no tan buenas. Quizá haya empezado demasiado a piñón o quizá no. Pero como soy una persona a la que no le gusta que piensen que insulto a la gente (sin embargo, no tendría ni que excusarme ni dar explicaciones… ni tan siquiera pedir disculpas) voy a dar una pequeña explicación de todo esto, para que se sepa a quién va dirigido.

Los clientes son como son, nadie nace enseñado, ni siquiera se han dado directrices de cómo debe ser y/o comportarse un cliente. Este blog va dedicado para camareros; maîtres; jefes de rango; runners; el último ayudante de camarero, que sé perfectamente que piensan esas cosas en según qué momento. La gente que ha leído esta última entrada, que sé que se dedica a ello, se ha descojonado de risa porque han vivido esos momentos. Pero la gente que es meramente un lector -y cuando digo lector no hablo de que se dedique a otra cosa, si no de lectores que les gusta comer y beber, y a veces tocar las naricillas (de hecho estos últimos serán los que más me critiquen)- podría tomárselo a mal. Me disculpo si he creado ese sentimiento en alguien, pues no es mi intención. El objetivo o la meta de este blog, es que los hosteleros se rían porque han pensado esas cosas miles de veces y se han reído para sus adentros. Lo que tengo muy claro es que no pretendo trascender, no quiero ser «Marina la que escribre blogs cagándose en los clientes», básicamente, porque no lo hago.

Editado el 24/09/2015

Marina

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Bueno, creo que ya me he hecho suficiente de rogar… así que allá vamos.

Quería empezar por un tema que sería de los últimos de los que hablar, pero no tiene demasiado sentido empezar por el final. Así que me dispongo a hablar sobre los clientes y reservas.

En este caso empezaré por las reservas telefónicas y las conversaciones que se pueden llegar a mantener:

  • Restaurante «x», le atiende Marina.
  • Hola, ¿estáis abiertos?

(No, es que cuando tengo fiesta me da por venir a responder al teléfono)

  • Sí, claro. ¿Es para hacer una reserva?
  • Sí, para 4 personas en 10 minutos.

(Claro, llamas para «reservar» en 10 minutos… eso no es reservar: es venir de paso pero con un margen de aviso de 10 malditos minutos)

  • Señora, lo siento mucho. Hasta dentro de una hora u hora y media no tendremos sitio, ya que a las 14.00 h. vendrá la mayor parte de la gente y podría colapsarse el servicio y hacerlos esperar.
  • Bueno, pero ¿eso significa que hay dos turnos… o cómo?
  • No, señora. Hay un solo turno y hay sitio de sobras. Lo que pasa es que tenemos varias mesas que llegan a la misma hora y el hecho de colapsarnos haría que tuvieran que esperar en la mesa sin poder ser servidos.
  • Es que somos amigos de «x»… ¿podría ponerse «x» al teléfono?
  • Sí, señora. En seguida se lo paso…

Y como es de esperar, esta señora ha tenido la mesa cuando se le ha antojado. Pero es que encima luego ha tenido las santas narices de quejarse de que el servicio era lento. Que no les han traído las cartas en 20 minutos y que tanto los primeros como segundos platos han tardado mucho…

Luego están los clientes que tienen reserva, pero pueden pasar varias cosas:

  1. Te dicen que tienen reserva a tal nombre, a tal hora, etc… y si tardas más de 3 segundos en encontrar la reserva (de un listado de más de 20, obvio) se te meten en frente de la pantalla del ordenador o del libro para comprobar que están.
  2. No saben ni a qué nombre la hicieron. Y te contestan «ah, yo hice la reserva».
  3. Llegan 30 minutos más tarde. Estos son los que se enfadan si en vez de tener la mesa 12, tienen la 14.
  4. Aparece uno de cuatro comensales. Media hora más tarde aparecen dos más. Y pasadas hora y media aparece el último. Es decir que si tenían (y les suplicaste que fuesen puntuales por el tema del colapso) reserva a las 13.30 h., ha empezado la mesa a las 15.30.
  5. Te avisan por teléfono que llegarían tarde porque vienen del teatro. Pues además de llegar tarde, llegan 2 minutos antes de cerrar la cocina… PERO A VER SEÑOR, ¿USTED SE CREE QUE NO TENGO NI VIDA SOCIAL, NI SUEÑO, NI GANAS DE IR AL TEATRO COMO USTED? Es tan sencillo como avisarnos que llegarán dos minutos antes de cerrar cocina… o de COMER UN MALDITO BOCATA EN EL BAR DEL TEATRO.
  6. Que vienen a su hora, se están su tiempo necesario, pagan, te dan las gracias y se van. Esos son los que más molan.

Y por último, está el colmo de los colmos. Los que ni reservan, ni nada:

Me personifico como recepcionista en mi garita de la puerta:

  • Hola, buenas tardes.
  • Dos.

(¿¿¿¿¿¿?????? ¿Dos? ¿Dos, qué? ¿Poll… en la cara?

  • Mmmm… dos… personas… ¿para comer?

(Y ves que ya están yendo hacia el comedor)

  • Ehhh… perdonen… esperen. ¿Tenían reserva?
  • No. ¿Es necesario reservar?

(¿¿¿¿¿¿??????)

  • Los sábados por la noche suele estar lleno. Déjenme un segundito que les compruebo si hay alguna mesa pagando…
  • Oh, bueno. (Y se hacen los ofendidos)
  • Miren, si se esperan un par de minutitos les preparamos una mesa que acaba de quedar libre

(«»»Desgraciadamente»»», la que se ha quedado libre es la que está en frente de los lavabos. Oh, qué pena, cómo me lamento…)

  • Si me acompañan… ésta es su mesa. Bienvenidos.

Pasan unos segundos y tengo la pareja detrás de mí:

  • Perdona, ¿no tienes otra mesa? Es que estamos delante del lavabo y…
  • No. (NO NO NO NO Y NOOOO) Es la única libre, y las demás mesas todavía están comiendo primeros y segundos platos.

:)))))

  • Vale, gracias.

Y cuando se van, al cabo de dos minutos de salir por la puerta -y no dejar un mísero euro de propina- te escriben una crítica en el TripAdvisor diciendo que «qué poca vergüenza ponernos delante de los lavabos, que el servicio ha sido lento y desastroso».

Sí, estimados clientes… eso es lo que pasa por nuestras cabezas cuando nos aparece según qué tipo de persona.

Espero que compartáis estos pensamientos conmigo, porque si no, apaga y vámonos.

Hasta el próximo MonóloGourmet, lectores.

Sueño lúcido

Esta madrugada, sobre las 5.00 h., he decidido abrir este blog. Me ha llevado todo el día decidirme en cómo hacerlo, o simplemente en si debía hacerlo o no. El caso es que anoche me acosté allá a las 2.00 h. de la madrugada (es lo que tiene ser camarera de restaurantes gastronómicos) y en un momento dado empecé a soñar. Soñé que hacía un monólogo – entre compañeros de trabajo –  sobre mis «quejas» del no saber-comportarse un cliente en un restaurante (cosa que hago contínua y menalmente mientras trabajo) Al despertarme sobre lo gracioso que era mi monólogo, en cuestión de unos segundos imaginé publicar mis quejas con gracia en un blog. ¿Y qué pasó? Sencillamente me volví a dormir, esta vez, soñando que abría un blog y que se iba a llamar «Monólogos Gourmet», pero el que he terminado decidiendo me ha parecido más hipster y adecuado. Después de explicarles mis sueños lúcidos tanto a Rita (la hostess del restaurante en el que estoy) y a Judit (la correspondiente directora) he decidido aposentarme en el sofá y darle al teclado.

Así que aquí estamos, con un par de ideas sobre lo que voy a escribir… de hecho, uno de los temas también los he soñado y lo voy a publicar en breves.

Dejando de lado mis expectativas en cuanto a esta idea descabellada, aprovecho para  presentarme. Mi nombre es Marina y me dedico a la hostelería desde los 17 años. Empecé con la intención de ser cocinera, pero como tenía cierto miedo escénico, decidí estudiar el mundo de la restauración desde el punto de vista de un camarero. Es decir, que desde los 20 años (hasta ahora, mis casi 25) estoy metida en el mundo de la sala.

Espero que tanto hosteleros; como clientes o chafarderos, le echéis un ojo a esto. Pues me gustaría hacer saber a la gente cómo se siente un camarero con según qué tipo de clientela.

Hasta la próxima, y primer monólogo 🙂